domingo, 7 de noviembre de 2010

Angustia existencial




No te preocupes, vas a ponerte de moda

De Moda- Los Punsetes

Existen ciertos anuncios que crean dudas que acaban conduciendo a la más pura angustia existencial. En los referidos a nuestra salud dental (dentífricos, pastas de dientes, etc.) existe la costumbre de decir que siete u ocho de cada diez dentistas avalan un producto en cuestión. ¿Qué pasó con los otros dos o tres que no recomiendan el consumo del bien en cuestión?

Similar duda me surgió siempre con los anuncios gastronómicos. Cierta marca de dulces -Lindt- presumía de sus maestros artesanos chocolateros, que velaban por la buena calidad de las tabletas que llegan a nuestras manos. El simple hecho de imaginarse a unos paisanos tal y como aparecían en el anuncio, revisando las tabletas una a una y comprobando que estuvieran pefectamente confeccionadas, resulta bastante risible si se tiene en cuenta que la marca en cuestión produce en cantidades industriales y que semejante comprobación sería imposible sin un ejército de expertos maestros chocolateros. En mi imaginación, dí por descontado que los tales señores no existían y que sólo eran parte del mundo de la publicidad.

Ayer se celebró en Colonia la Noche de los museos. Se inspira levemente en la Noche en Blanco de Madrid. Sin embargo, como la de aquí tiene lugar en noviembre y hace frío, la mayor parte de las actividades se lleva a cabo bajo techo. Si se pagaba 15€, se podía visitar cualquiera de los 43 museos que estaban disponibles.

Como en el año y pico que llevo aquí todavía no había visitado el museo del chocolate, nos decidimos a ir. No me llamó excesivamente la atención lo expuesto en él. Ni esa especie de jungla artificial que hay en su interior en la que se han esforzado en recrear la humedad, donde uno tiene la sensación de que en cualquier momento aparecerá y Wonka. Tampoco la fuente de chocolate en la que había dos mujeres que sumergían barquillos y los daban a los visitantes -sí, acudí tres veces a que me surtieran-. Lo que de verdad me sorprendió fue que, en el piso de arriba, había dos señores cuya edad superaba claramente los cincuenta años, ataviados con mandiles blancos y que se esforzaban en comprobar que cada bombón cumpliera los requisitos de calidad ¿Son estos señores los maestros artesanos chocolateros de Lindt?¿Eran por el contrario unos actores secundarios contratados para que la masa que visitó el museo del chocolate anoche creyese que los tales maestros existen?¿Tiene que ver que Lindt sea uno de los socios del museo? Pura angustia existencial.


Los maestros chocolateros en cuestión. ¿Trabajo?¿Cogidos por una ETT alemana para la Noche de los Museos?



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